“La falta de fuerza provoca casi 5 millones de muertes al año”
En personas adultas, nuestros músculos representan el 50% de nuestro peso corporal realizando funciones metabólicas, endocrinas, de regulación de la temperatura corporal y su función principal que es la de “contraerse para generar movimiento”, o sea que resulta vital para todos que tomemos conciencia de que el entrenamiento con Resistencias (ya sea máquinas, propio peso, resistencia del agua, pesos libres, resistencia elástica, etc) no es algo que se haga en un momento puntual si no que se debe mantener a lo largo de nuestra vida.De ahí la importancia de que sea un hábito y forme parte de nuestra rutina.
Sabemos que con el paso del tiempo nuestro cuerpo pierde capacidades: MASA MUSCULAR denominada SARCOPENIA y FUERZA llamada DINAPENIA. Si no entrenamos la caída es mayor hasta perder la capacidad de realizar actividades físicas normales como el cuidado personal, la limpieza, compras, etc.
Después de los 50 años de edad, la masa muscular disminuye a una tasa anual de 2.1%, siendo mayor en el tren inferior y hacia los 75/80 años puede ser del 25%. La fuerza muscular desciende un 1.5% entre los 50 y los 60 años y posteriormente, alcanza el 3%. Asociada a la atrofia muscular la capacidad de generar fuerza desciende a partir de los 30 años de forma inapreciable hasta casi los 50 años de vida. A partir de ahí se observa una disminución mucho más rápida aproximada del 15% y que puede llegar hasta el 30% hacia los 80 años.
Estos parámetros van asociados a muchos otros factores:
Deterioro sustancial del intercambio de información sensorial con una reducción de la coordinación ínter e intramuscular es decir nos volvemos más torpes, lentos y aumenta el riesgo de sufrir accidentes y caídas.
El metabolismo se ralentiza y tendemos a acumular más grasa visceral e intramuscular. Este aumento puede provocar resistencia a la insulina y aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo II.
Aumenta la secreción de Cortisol (hormona catabólica), asociada a la pérdida de masa muscular.
Aumento del estrés oxidativo, lo que acelera el envejecimiento celular.
Deterioro de la capacidad de regenerar hueso (aparición de osteoporosis), déficit de calcio,etc.
Disminución del colágeno y la elástica con que los tejidos de sostén y protección articular pierden funcionalidad.
Se altera la postura, perdemos equilibrio y coordinación.
El ejercicio físico contra resistencias es la mejor acción terapéutica y resulta significativamente superior a otras intervenciones conocidas farmacológicas , nutricionales y hormonales para estilizar, aliviar y revertir la sarcopenia.
Los estudios demostraron que tras un programa PROGRESIVO de entrenamiento de FUERZA personas ancianas incrementan su fuerza y con dos o tres sesiones semanales mejora la velocidad de la marcha, el tiempo en sentarse y levantarse, así como subir escaleras y la fuerza muscular global.
Así que nunca es tarde para ponerse en marcha, eso sí resulta clave tener una correcta evaluación para poder dosificar los estímulos de fuerza y que se realicen de manera CONTROLADA y bajo supervisión de un profesional cualificado.